Los pueblos que se encontraban en el Valle de México, durante el periodo conocido como Postclásico, habían sido nómadas o seminómadas procedentes del norte. Es difícil saber a ciencia cierta de dónde venían, por dónde pasaron y conocer las rutas que tomaron para llegar a Anáhuac. En efecto, los textos de la tradición oral así como los documentos pictográficos que refieren su migración, si bien conservan elementos pertenecientes a lo que entendemos hoy por “Historia”, constituyen una mitología, es decir, que funden en un crisol narrativo complejo, lo que fue y lo que sienten que debe haber sido, en función de parámetros culturales vigentes en el momento de la elaboración o reelaboración del relato y también con base en factores psíquicos de representación cosmológica que atañen más generalmente a la humanidad, en cuanto al génesis de un mundo.
La “Peregrinación de los aztecas” representa, de alguna manera, el periodo de gestación de México-Tenochtitlan. Los textos que la refieren tienen por tanto un valor narrativo “amniótico”1, crepuscular en términos conceptuales, pero sumamente funcional en términos de producción de sentido, hasta la culminación “mayéutica”2 que constituye su desenlace fundacional.
Cuando nace una nación, nace un mundo y se orienta entonces la existencia del pueblo que lo conforma. Ahora bien, como lo trataremos de demostrar a lo largo de este estudio, el momento preciso en que nació la ciudad de México podría ser algo difuso y depender de la interpretación de los textos que relatan su gestación mítico-histórica. Por otra parte, en esta alborada, la realidad de lo que “se dice que fue” recobra sus derechos ya que personajes históricos se integran al relato. En el caso concreto de la fundación de México-Tenochtitlan, la instalación de su primer tlahtoani: Acamapichtli, consecutiva (y consecuente) a la aparición del águila sobre el tunal, constituye una bisagra entre lo mitológico y lo histórico. Sea lo que fuere, un estudio de la Peregrinación de los aztecas no se puede desprender del estudio de los textos que la entrañan.
- La palabra, la imagen y la historia
La Peregrinación de los aztecas, como todos los relatos de índole mitológica, es un texto virtual que vive en cada una de las variantes orales y pictóricas que lo manifiestan, y a su vez las trasciende a todas. Como lo veremos adelante, en tiempos precolombinos la imagen y el verbo están estrechamente vinculados, en la producción, retención, transmisión y recepción de los textos. Con la recopilación de documentos efectuada por los españoles a lo largo del siglo XVI surge una tercera manifestación de dicho texto: la transcripción alfabética de la lectura de un documento pictórico realizada por un informante en las circunstancias particulares que presidieron a la captación de la información.
Si el mito permanece aun cuando cambia la historia que lo entraña ¿cúal es la materialidad narrativa que lo integra y a qué niveles de la psique humana opera la configuración mitológica que regula, en términos cognitivos, “el intercambio funcional del hombre con el mundo exterior”.3
Los textos precolombinos, cualquiera que fuera su índole expresiva, tenían un carácter cognitivo. En un medio donde prevalecían la oralidad y la imagen, el saber no podía abstraerse como entidad independiente en un espacio de reflexión relativamente desprendido del quehacer de una colectividad. Los discursos, cantos, proverbios, adivinanzas, encantamientos mágicos, ritos y mitos entrañaban, en su forma expresiva, lo esencial del saber indígena. Los textos mitológicos, en lo particular, llevaban la sapiencia en su torrente narrativo como un aluvión nunca reflexivamente decantada, siempre en movimiento.
-La historia virtual
Desde el surco “mnésico”, psico-fisiológico, que se graba en la mente humana hasta las modalidades más superficiales de los distintos relatos que lo manifiestan, el mito tiene una existencia propia, virtual o manifiesta, intangible o semiológicamente aprehensible. Ahora bien, como lo señala Joël Candau: “es el proceso mismo de creación de la historia el que crea la estructura mnemónica que contendrá la esencia de esta historia”.4 En este proceso de creación, el medio físico: la oralidad o la imagen, es determinante y lo será por lo tanto a nivel de la retención. La Peregrinación verbalmente configurada y la Peregrinación pictóricamente compuesta tienen estructuras mnemónicas distintas que remiten sin embargo a la misma historia. La historia tiene asimismo un nivel de abstracción superior a los mecanismos narrativos presentes en la discursividad oral o pictórica mediante los cuales se manifiesta, y genera, precisamente, estos mecanismos en sendas modalidades expresivas.
Es probable que un determinado estado sincrónico de una historia y la pluralidad expresiva que lo manifiesta, tengan su origen en un pasado inmemorial y que haya que remontar, a lo largo de un eje diacrónico, hacia los primeros conatos expresivos de la función simbólica para comprender su papel cognitivo.
En el caso específico de la Peregrinación, las unidades narrativas con pertinencia mitológica, permiten a la colectividad, como lo veremos adelante, “co-nacer” a su propia fundación mediante una serie de acciones simbólicas que responden a una demanda somato-psíquica de integración a la totalidad del mundo. Al responder a una interrogante infraliminal, la colectividad restablece la unidad primordial que existió, in illo tempore, antes de que la función simbólica estableciera la dualidad específica del género humano.
El nacimiento de una nación se manifiesta metafóricamente a nivel mitológico mediante la gestación y el nacimiento de un ser, su desprendimiento de la madre, con todos los “enredos” actanciales que pueden generar tanto las pulsiones endógenas como la interiorización de lo vivido y su subsecuente “puesta en intriga”.
Ahora bien, la relación mitológica que establece el hombre con el mundo exterior, por muy difusa que sea en términos cognitivos, se manifiesta concretamente mediante una proliferación de textos orales y pictóricos.
- Texto oral, texto pictórico
Es probable que la imagen haya sido, antes que la palabra, el primer instrumento de objetivación cognitiva del mundo. En efecto, como lo señala Walter Ong: “La vista aisla, el sonido incorpora. Mientras que la vista sitúa al observador fuera de lo que ve, a distancia, el sonido penetra dentro del oyente”.5 De hecho la imagen tiene una materialidad objetivante permanente que no tiene el verbo esculpido en una materia sonora siempre evanescente.
Sea lo que fuere, una historia, estructurante en términos cognitivos, se veía plasmada, en tiempos precolombinos, en una multiplicidad de textos orales y pictóricos a veces muy distintos, a nivel del relato, pero que remitían a una misma configuración mitológica. La historia, siempre virtual, trascendía en esto cada una de sus manifestaciones específicas, ya fueran verbales o pictóricas, a la vez que las generaba a todas. Podríamos esquematizar lo anterior como sigue:
Historia Virtual
|
Variantes Variantes
Orales Pictóricas
La historia virtual cuya configuración actancial instaura lazos cognitivos con el mundo exterior, toma cuerpos narrativos específicos en distintos relatos orales o pictóricos a los que genera, y a partir de los cuales se retroalimenta. Se establecen a su vez relaciones transtextuales entre todas las variantes verbales e icónicas, que determinan un texto “matríz”, siempre virtual, de la historia considerada.
1. Fuentes disponibles sobre la Peregrinación de los aztecas
Una historia determinada como la Peregrinación de los aztecas se presenta al lector bajo dos formas:
Textos pictóricos.
Textos verbales manuscritos.
Los textos pictóricos a su vez, pueden ser documentos originales que hayan escapado a la destrucción sistemática que llevaron a cabo los primeros frailes, ser reproducciones o copias de originales hoy extraviados o desaparecidos, o bien constituir textos pictóricos novohispanos realizados por tlahcuiloque indígenas con técnicas europeas.
Los textos verbales que llegaron hasta nosotros pueden ser transcripciones directas:
- De un testimonio oral, enunciado por un informante.
- De la lectura de un documento pictórico por un informante.
- Del texto redactado por un informante iniciado a la escritura alfabética o un cronista, sin mediación alguna.
- Pueden también constituir transcripciones posteriores, fieles o alteradas de manuscritos alfabéticos más antiguos los cuales a su vez pertenecen a uno de los rubros antes mencionados.
La posibilidad de que un informante haya redactado, él mismo, el texto que atesoraba en su memoria, aunque sea factible, es poco probable ya que los informantes eran generalmente ancianos que difícilmente podrían haber emprendido el estudio del alfabeto. Torquemada señala sin embargo que:
Esto que afirmo es tomado de las mismas historias mexicanas y tetzcucanas, que son las que son las que sigo en este discurso y las que tengo en mi poder, así de pinturas como en lengua mexicana, la cual escribieron indios antiguos que luego que se convirtieron empezaron a escribir. 7
En su afán de conocer al otro por evangelizar, los frailes españoles se lanzaron en una búsqueda febril de información que pudiera revelar este otro. Además, como ya lo señalamos, algunos años más tarde indígenas y mestizos buscaron reivindicar su pasado estimulando asimismo la conservación de testimonios antiguos. Entre los distintos temas que se abordaron, la creación de México-Tenochtitlan que atañe al ser mismo de los que componen la colectividad mexica fue una de las que más atrajeron a los recopiladores. Abundan las variantes de la gesta estructurante del ser-mexica, algunas obtenidas de la voz viva de un informante, otras recopiladas a partir de documentos pictóricos leídos por informantes indígenas y cuya lectura se transcribió en manuscritos alfabéticos.
En el caso de la Peregrinación de los aztecas, contamos hoy con testimonios orales manuscritos, transcripciones alfabéticas de lecturas de códices precolombinos así como textos pictóricos coloniales calcados sobre los documentos originales pero con sello novohispano propio. A estas fuentes primarias se deben añadir crónicas e historias redactadas a veces en náhuatl pero generalmente en castellano que se escribieron posteriormente.
- Fuentes orales transcritas
Muchos de los documentos originales a partir de los cuales se escribieron en náhuatl o en español la historia de los mexicas están hoy extraviados o desaparecidos. Sabemos de su existencia por referencias explícitas o por semejanzas inconfundibles entre documentos existentes que muestran una fuente común a partir de la cual éstos fueron redactados. Tal es el caso de la famosa Crónica X, probable hipotexto hoy desaparecido de parte de la Crónica Mexicana y de algunas partes de las Historias de Tezozómoc, Durán, Tovar y del Códice Ramírez entre otros.
La reestructuración discursiva que implicó la redacción en castellano de la historia de los mexicas por los cronistas españoles no permite siempre determinar si la fuente original fue la transcripción de un testimonio oral directo o la lectura de un documento pictórico indígena. Para los textos en náhuatl, aun cuando éstos son transcripciones de documentos más antiguos, el análisis puede generalmente determinar si la fuente es de índole oral o resulta de la lectura de un códice.
En lo que concierne a la Peregrinación de los aztecas tres documentos constituyen probablemente la transcripción alfabética en náhuatl de un texto oral: los Anales de Tlaltelolco (1528), el párrafo referente a los mexicas titulado: Mexica anoço mexitin, que figura en el libro X de la Historia General de Sahagún, y partes del relato correspondiente a la historia de los mexicas consignado por escrito en la Crónica Mexicáyotl cuyo recopilador principal y co-autor fue Hernando Alvarado Tezozómoc.
Las particularidades expresivas correspondientes a la enunciación de estos textos así como la configuración gramatical del enunciado sugieren que no hubo un apoyo visual pictográfico directo a partir del cual se elaboraron sendas versiones de la historia mexica.
- Fuentes pictóricas
Ningún libro indígena referente a la Peregrinación de los aztecas se salvó de la destrucción sistemática emprendida a lo largo del siglo XVI por el clero español. Sin embargo, cuando todavía existían, se hicieron copias de documentos precolombinos, no siempre muy fieles puesto que los tlahcuiloque indígenas se encontraban ya inmersos en la cultura novohispana, y que las razones por las cuales se volvían a pintar dichos documentos eran más para que el rey de España o los frailes conocieran lo esencial de la cultura vencida que por un afán de perpetuar una tradición ancestral. Como veremos posteriomente, la factura de estos códices es a veces algo híbrida y el sistema pictográfico de producción del sentido ha sufrido cambios importantes que a veces desvirtúan lo allí expresado.
Entre los documentos pictóricos más importantes que evocan la Peregrinación de los aztecas figuran:
El Códice Azcatitlan
El Códice Mexicanus
El Mapa de Sigüenza
El Códice Vaticano-Ríos
El Códice Telleriano-Remensis
El Códice Boturini
De estos documentos pictóricos, el Códice Boturini es sin duda el más genuinamente indígena tanto en su elaboración como en su contenido.
Algunos documentos pictóricos indígenas se mandaron copiar o reelaborar para que el Rey, los frailes y cronistas indígenas, mestizos o españoles, pudieran conocer la cultura del otro y para que quedara un testimonio de su historia, el cual se pudiera a su vez utilizar para redactar dicha historia. Para tales efectos se pedía a informantes, sabios y pintores que leyeran o por lo menos explicaran las imágenes de los libros. Estas lecturas o explicaciones se transcribían en manuscritos, muchos de los cuales se conservan hoy en día.
Como en el caso de la transcripción de los testimonios orales, cuando las lecturas efectuadas y conservadas en náhuatl se volvían a escribir en castellano, su narratividad específica se perdía al ser sustituida por el discurso del cronista, discurso generalmente más distante y con un punto de vista propio.
Se conservan sin embargo, algunos manuscritos en náhuatl que resultan ser lecturas de documentos pictóricos los cuales desafortunadamente están perdidos.
Para lo que concierne a la Peregrinación de los aztecas las versiones contenidas en los Anales de Cuauhtitlan, el Códice Aubin, el Manuscrito 40, y el Manuscrito85 muestran claramente ser lecturas de secuencias pictóricas que se transcribieron. Aducimos aquí como ejemplo un fragmento del primero:
Según lo revela el texto, el original pictórico era un xiuhamatl, “libro de años” que contenía la historia de varios pueblos del centro de México: los toltecas, chalcas, colhuaques, mexicas y texcocas. Tanto la simple yuxtaposición de los distintos acontecimientos sobre un eje de proyección temporal como los numerosos deícticos presentes en el texto, muestran de manera inconfundible que el relato antes aducido constituye la lectura de un documento pictórico.
El Códice Aubin, o Manuscrito de 1576, nos parece constituir la lectura del texto pictórico contenido en el Códice Boturini, aunque no haya sido leído precisamente en este documento.
- Versiones redactadas
Aun cuando se apoya sobre testimonios orales transcritos o documentos pictóricos, el texto redactado difiere notablemente de los originales por la reestructuración narrativa y discursiva que implican su función de “crónica”, el espacio gráfico al que se integra, y los lectores potenciales a quienes se dirige. La diversidad de las fuentes, su integración coherente en un texto, los factores culturales que intervienen en la escritura y la lectura de la historia, así como la personalidad del autor definen un nuevo texto.
- Las versiones redactadas en náhuatl
Muchas de las crónicas en náhuatl que recuerdan la Peregrinación conservan los textos originales sin que una reestructuración de la historia y del discurso altere su forma o sus contenidos. Los originales, envueltos en metatextos y paratextos que los sitúan en su nuevo contexto gráfico, se “virtieron” como venían en dichas crónicas. Es el caso por ejemplo de la Crónica de Tezozómoc, de las Relaciones de Chilmapahin y de su Memorial breve acerca de la fundación de Colhuacan. Otras, sin embargo, fueron creadas sobre el papel, en función de fuentes originales, por un autor que imprimió a la historia su sello particular.
La historia de Cristóbal del Castillo correspondiente a la Migración de los mexicanos al país de Anáhuac9 es probablemente el mejor ejemplo de una creación literaria sobre el tema de la Peregrinación.
El autor da a su obra un tono épico el cual expresa un punto de vista muy personal al momento de escribir los hechos. Los esquemas de acción narrativa correspondientes a la gesta de Huitzilopochtli se organizan según una lógica casi novelesca de consecución y de consecuencia, los personajes adquieren caracteres específicos que justifican o explican sus acciones, una perspectiva cristiana ubica el lector en relación con el texto. Los diálogos, más que expresar el antagonismo de las fuerzas cósmicas en presencia, establecen una discursividad convencionalmente literaria. A título de ejemplo aducimos el siguiente fragmento:
La profecía que se manifiesta en las palabras del tetzahuitl, “portento” no tiene el carácter iterativo y rítmico que tiene la variante oral correspondiente transcrita en la Crónica Mexicáyotl, por ejemplo. Un hieratismo literario un tanto grandilocuente se impone aquí a la “percusión” verbal que constituye la palabra del dios en otras versiones.
- Las versiones redactadas en castellano
La transposición literaria de la Peregrinación en las crónicas redactadas en castellano implica una refracción aún mayor de la expresión original, sobre todo si el autor es español. A la relativa “traición” que constituye la traducción se añade una distancia a veces algo despreciativa del autor en relación con un texto que considera como mera “fábula”. A este rubro pertenecen las Historias de los cronistas españoles antes mencionados, la obra de Torquemada, el libro VIII de Acosta, las crónicas de indígenas y mestizos que escribieron en español, así como la Historia de los mexicanos por sus pinturas.
2. Aztlan: un lugar imaginario en la geografía interior del hombre
Desde el siglo XVI existen referencias geográficas al lugar llamado Aztlan, de donde procedieron los aztecas. Encontramos en la Crónica Mexicayotl, por ejemplo, una alusión a lo que fuera después Nuevo México, en Estados Unidos:
In hualquizque in Aztlan in Azteca Mexitin,
Chichimecahuehuetque in ompa axcan mitohua
Yancuic Mexico.11
“Salieron de Aztlan los aztecas Mexitin,
los viejos chichimecas de allá (lugar) hoy
llamado Nuevo Mexico”.
En el siglo XIX, Alfredo Chavero en el cuarto libro de México a través de los siglos dedicado a los mexicas, hacía un recuento de las opiniones entonces vigentes:
Humboldt presume que (Aztlan) debió estar hacia el 42º de latitud norte. Laphan lo coloca en Wisconsin, en la parte norte de Estados Unidos. Betancourt, Clavijero y Bourbourg creen que estaba al norte de California. En la península de California lo ponen Boturini, Aubin y Bancroft. Más al norte de Sonora, Veytia, Acosta y el Códice Ramírez. Al noroeste de México, el Códice Zumárraga y Tezozomoc. En el norte de Xalixco, Mendieta y el mismo Tezozomoc. El señor Orozco llama a esta cuestión inextricable. Veamos la opinión que formamos el señor Orozco y también nosotros, y que él conserva todavía. Antes debemos decir que el señor Ramírez pensaba que Aztlan debía buscarse en el lago de Chalco. No hay duda de que estaba en un lago, pues demasiado lo significa la pintura jeroglífica.
Además, en la tira del Museo se ve al azteca que pasa remando en una canoa de la isla à Culhuacan. Presumimos con el señor Orozco que, según lo indican los lugares de la peregrinación, Aztlan debía estar en Xalixco, y escogimos la isla Mexcalla que se encuentra en medio del lago de Chapalla.12 El señor Orozco conservó esta opinión y hemos confirmado su ubicación en el territorio que hoy forma el estado de Jalisco, porque, como hemos visto, era la región de los meca, y allí necesariamente debían estar los mexica, una de esas tribus, como lo manifiesta su nombre.13
Después de analizar el Lienzo de Tlaxcala y la expedición de Nuño de Guzmán, en relación con este tema, Alfredo Chavero llega a esta conclusión:
El lugar anterior es Chiamétlan, puerto conocido en la costa sur de Sinaloa: su jeroglífico es el maguey o arbusto de la chia, chiametl. Inmediatamente antes está al fin de Aztlan: su jeroglífico es una garza, lo que resuelve la debatida cuestión de etimología. Estos datos son suficientes para demostrar que Aztlan estaba en una laguna al sur de Chiamétla, y la única laguna que hay allí es la de San Pedro o de Mexticácan. Veamos los lugares que recorrieron los conquistadores para llegar a Aztlan, Primero Xalixco, en el que es hoy cantón de Tepic, después Tototlán y Tonallan, bien conocidos; luego Achtlán, hoy el Autlán de Tepic, y en fin, después de Tlacotla, Xochipilla y Apcolco, y por último Xonacatlán, que está en el mismo cantón, en dirección de la laguna de San Pedro y a muy pocas leguas de distancia de ella. Para mayor abundamiento, San Pedro se llama Aztlan, y una hacienda que hay allí y un pueblecillo llevan el nombre de San Pedro Aztlan. A esta laguna la llama el señor de García Cubas, de Mescaltitlán, y dice que es muy extensa y se comunica con el mar: está a los 22º grados de latitud norte y hay en ella una isla y pueblo llamados Mexticácan. Es la primera vez que se encuentra el jeroglífico de Aztlan, y creo que se ha fijado tan claramente su ubicación, que en lo de adelante ya terminarán las disputas que ha habido durante tantos años sobre el lugar en que se encontraba la patria primitiva de los mexicanos.14
Contrariamente a lo que pensaba Chavero, las disputas no han terminado y numerosos son los historiadores, antropólogos y arqueólogos que siguen buscando la “patria primitiva de los mexicanos”.
Los mexicas vinieron un día de algún lugar para establecerse en el lago de Texcoco. Sin embargo los textos verbales o pictóricos que refieren esta migración tienen un valor mitológico: funden en el crisol de un relato, datos históricos de su pasado nómada, elementos histórico-geográficos del presente de la elaboración o reelaboración de dicho relato así como esquemas pulsionales que trascienden lo específicamente mexica o indígena mesoamericano y atañen más generalmente al ser humano en la búsqueda de un origen.
Es en este complejo marco referencial es que la Peregrinación de los aztecas, así como la fundación de México-Tenochtitlan deben ser percibidas.
3. El carácter cíclico-circular de la Migración
La migración de los Aztecas-Teochichimecas nómadas y luego semi-nómadas, desde las estepas septentrionales de México hacia el lugar de su asentamiento definitivo, fue probablemente lineal si bien accidentada. Sin embargo, este pasado histórico al ser “mito-lógicamente” procesado y por lo tanto, al refractarse la dimensión interior del hombre, sufrió una reestructuración que buscaba trascender la objetividad de lo que había sido, hacia una a-temporalidad mítico-narrativa, la cual permitiría integrar parámetros endógenos15 de la cognición a lo acontecido para configurar una “supraverdad”.
Por otra parte, si bien es cierto que los aztecas-chichimecas vivían en cuevas, en el contexto de la fundación de México-Tenochtitlan, es decir, de la creación del mundo mexica, el carácter “matricial” del origen remite más a arquetipos psicológicos y a su expresión mitológica que a la historia.
-Tenochtitlan: la nueva Aztlan.
Situado en el difuso horizonte mítico, Aztlan representa el origen por excelencia, el centro primordial, la matríz donde se gestó el pueblo azteca, punto de partida del andar existencial pero también fin último, muerte blanca, muerte alba en la que se disipan unas formas para que renazcan otras.
La ubicación del origen histórico-geográfico que representa Aztlan, si es que puede ser determinada, es irrelevante puesto que la cuestión del origen trasciende las contingencias del espacio y del tiempo reales y se sitúa al nivel del arquetipo en el sentido que dieron Jung y luego Mircea Eliade a este término. Ubicar a Aztlan consistirá entonces en enumerar los paradigmas arquetípicos que la constituyen, definir lo que representa para la psique colectiva azteca y vislumbrar cómo este arraigo mítico determinó distintas modalidades de la presencia "azteca" al mundo.
Cuando salen de Aztlan en un año 1-Tecpatl (1-Pedernal) los aztecas, conducidos por su dios Huitzilopochtli, emprenden un viaje iniciático que los debe llevar a la tierra prometida donde se asentarán y reinarán. Este lugar de predilección llamado posteriormente Tenochtitlan será reconocido gracias a una hierofanía, ya muy conocida, y que se volvió el emblema de la nación mexicana: el águila sobre el tunal devorando una serpiente.16
La imagen del águila sobre el tunal, señal inequívoca de que los aztecas encontraron el lugar prometido por su dios, representa un renacer cíclico precedido por una muerte ritual a un mundo que ya periclitó. De hecho, fue el reconocimiento de este mundo, el hecho de haber regresado al origen que permitió este renacer: Tenochtitlan es Aztlan, los aztecas ya regresaron al origen primordial, el Omega se confunde con el Alpha, ya puede nacer el espacio-tiempo existencial de los mexicas.
A diferencia de las religiones “reveladas” en las que el dogma,17 rige lo esencial del comportamiento ritual, la religión indígena precolombina supone una aprehensión sensible, una vivencia corpórea de su liturgia. Las ideas que conforman la religión indígena no permanecen como conceptos en las esferas etéreas del pensamiento sino que permean la dimensión fibrosa del cuerpo permitiendo asimismo una verdadera simbiosis cognitiva con lo sagrado. La instrumentación de esta aprehensión de lo sagrado la constituyen los ritos, los mitos y los cantos en los que el ser se implica en cuerpo y alma en la trama religiosa semiológicamente configurada.
El semantismo de la palabra hablada o cantada no impera en el marco de una producción polisemiótica de sentido donde el sonido, el color, el gesto, las fragancias y los elementos táctiles se funden para producir un sentido sensible que atañe a la totalidad del ser. Lo mismo ocurre con la imagen que se imprime como tal en el ser sin pasar por un embudo verbal.
En otro contexto, todo lo que es, acontece, fue o aconteció, debe ser “mito-lógicamente” gestado para que las colectividades “co-nazcan” a una realidad presente o pretérita. La creación del sol y de la luna, el día y la noche, lo masculino y lo femenino, del hombre, de los animales, de las plantas y más generalmente de todas las manifestaciones de la vida, se ven “procesados” en términos narrativos o rituales para que el hombre regule su intercambio funcional con el mundo exterior,18 es decir, para que configure su conocimiento del mundo o mejor dicho su “co-nacimiento” al mundo.
En este contexto cabe preguntarse si Tenochtitlan es la nueva Aztlan o si Aztlan fue imaginada en función de los derterminismos históricos y geográficos prevalecientes de los mexicas ya instalados en la región de los lagos.
4. Los toltecas y los mexicas
El Códice Boturini contiene imágenes y secuencias pictóricas claramente relacionadas con la historia tolteca. La presencia de Chimalman en la primera lámina, de Mixcoatl, de los mimixcoas; el lugar llamado Cuexteca ichocayan, y otros detalles que señalaremos en su momento, sugieren una cierta forma de subordinación intencional de la historia mexica a la toltecayotl.
No sabemos a ciencia cierta cuáles podrían haber sido los hechos reales que ocurrieron a la llegada de los ya semi-nómadas mexicas en la zona del lago, pero es interesante observar cómo un pasado “a la medida” de un presente (por definir) fue compuesto para que lo que fue se alineara sobre lo que debe haber sido, en el marco de una totalidad mítico-histórica así restituida.
-El fin de los toltecas y la llegada de los mexicas
La victoria de Huémac sobre los tlaloques en el juego de pelota (tlachtli) y las consecuencias desastrosas que conllevó el hecho de que éste escogiera piedras de jade y plumas de quetzal desdeñando el alimento propuesto por los dioses como premio de su triunfo,19 anticipó el fin de los toltecas:
Ca ye qualli çan oc tocontlalia in tochalchiuh
Oc tlaiiyohuiz in toltecatl.20
“Esta bien pues ahora escondamos nuestro jade
Ahora sufrirá el tolteca.”
Todo se secó: los nopales, los magueyes; las piedras se deshicieron por el calor. El tolteca muere de hambre y luego, para contrarrestar este hecho, ocurre la muerte florida (Xochimiquiztli), en el lugar donde cae la piedra de sacrificios en Chapultepec Cuitlapilco. Cada quien se provee de una bandera (pantli) para morir inmolado.
Después de cuatro años de hambruna (de 1-Tecpatl a 4-Acatl) los tlaloque se manifiestan en Chapultepec “allá donde hay agua”. Brotan los xilotes y más generalmente los alimentos que son comidos por un tolteca. Del agua surge Tlaloc conversa con el tolteca, se vuelve a sumergir antes de reaparecer de nuevo con elotes de un brazo de largo y se los da para que se los lleve a Huémac. Los dioses del agua piden el sacrificio de la hija de Tozcuecuex “la hija de los mexitin” para que llueva.
Este sacrificio y la subsecuente llegada de la lluvia establecen la transición entre el mundo tolteca y el mundo mexica:
Ca ye pollihuiz in toltecatl
Ca ye onoz in mexicatl.21
“Ya perecerá el tolteca
ya se establecerá el mexica”.
El sacrificio de Quetzalxochtzin la hija de Tozcuecuex tiene lugar en Pantitlan, después de ayunar cuatro días. El corazón de la doncella es arrojado en el “remolino de jade” Chalchiuhcoliuhyan como ofrenda a los dioses del agua.
Los tlaloque luego consuelan a Tozcuecuex y le traen el corazón de su hija al que colocaron en la olla de tabaco del padre junto a todo tipo de alimentos. Le dicen:
Nican ca in quicuazque in mexica
Ca ye pollihuiz in toltecatl.22
“Aquí está lo que comerán los mexicas
Ya perecerá el tolteca”.
Luego se llena el cielo de nubes y llueve a cántaros durante cuatro días y cuatro noches. Se llena de agua la tierra y crecen los quelites, la hierba, el zacate. Y luego siembran los toltecas. Crece el sustento como resultado de esta siembra en el año 2-Acatl.
Las apariciones de Tlaloc o de los tlaloques en este contexto todavía tolteca, se relacionan probablemente con la manifestación de Tlaloc y su conversación con Axoloa sumergido en Zoquipan (Códice Aubin, folio 24v). Tlaloc es el dueño de un lugar donde impera la agricultura y el sedentarismo. Los semi-nómadas recién llegados tuvieron que integrarse a los modelos existenciales vigentes en Anáhuac y produjeron un texto mitológico que justificara esta integración.
Por otra parte, resulta interesante cotejar esta falta de discernimiento por parte de Huémac con un hecho anecdótico que supuestamente generó la separación de tenochcas y tlatelolcas: los migrantes encontraron en el camino, en Coatl ycamac, dos envoltorios que contenían respectivamente bastones de fuego y piedras de jade. Los mexicas, aconsejados por su jefe Huitziton, escogieron el que contenía los bastones de fuego mientras que los tlatelolcas se apoderaban de las piedras de jade.23 Más allá de una interpretación de índole axiológica que hace prevalecer lo útil sobre lo bello o lo natural sobre lo cultural, los bastones de fuego remiten a este elemento mientras que el jade simboliza el agua. El hecho de que este incidente haya acontecido en Coatl ycamac podría relacionar una vez más la historia mexica con algunos paradigmas esenciales de la cultura tolteca, aun cuando la anécdota concierne aquí a los tlatelolcas.
- El icpalli negro y rojo de Quetzalcoatl
La Crónica Mexicayotl refiere, en el contexto narrativo del sacrificio de Cópil por su tío Huitzilopochtli, un hecho singular: es sobre la piedra donde descansó Quetzalcóatl, rumbo a Tollan, Tlapallan, que se subió Cuauhtlequetzqui cuando arrojó violentamente el corazón de Cópil en las aguas del tular. Es de este corazón sacrificado que surgirá pronto el tunal sobre el cual vendrá después a posarse el águila solar:
Auh xicmotlalochti in Tollitic in acahitic ic tiquittaz oncan mani tepetlatl oncan mocehui in Quetzalcohual iniquac yah, auh inicpal centetl tlauh ye centetl tlitic, oncan timoquetzaz in toconmayahuiz in yehuatl iniyollo in Copil.24
“Llévatelo corriendo dentro del tular, dentro del carrizal. Allá verás hay un “tepetate”, allá descansó Quetzalcoatl cuando se fue, y su “icpalli” es colorado, y negro, allá te erguirás para echarlo al corazón de Copil”.
Esta piedra está probablemente relacionada con la piedra donde descansó Quetzalcoatl, según un mito de origen tolteca:
Oc ceppa mocevico cecni tepan onmotlali, momamatlaquechi, niman ie ic ontlachia in tullan, yoan niman ie ic choca, iuhquin tzitzicunoachoca, ie ontecivitl pixavi ysaio ixtlan moteteca yn ixaio: Inic chichipica vel quicocoioni in tetl.25
“Otra vez vino a descansar. En algún lugar, sobre una piedra se sentó. Luego ya va hacia Tollan, y luego llora, solloza. Las lágrimas caen como si fueran granizo, su llanto cubre su rostro. Cuando caen agujeran la piedra”.
Es sobre esta misma piedra que dejó marcadas las huellas de sus manos y de sus nalgas. Este lugar llamado Temacpalco podría corresponder al Tlalcomocco de la Crónica Mexicayotl.
Esta piedra “angular” que relaciona estrechamente la historia tolteca y la mexica podría ser, además del corazón de Cópil, la piedra del tenochtli, parte constitutiva del glifo toponímico correspondiente a Tenochtitlan, y quizás parte fundamental en la gestación de la nación mexica. De ser así, el nopal mexica, enraizado en las aguas del tular, estaría también arraigado en el subsuelo mítico-histórico tolteca.
-La gesta de Cópil
El corazón lanzado por Cuauhtlequetzqui desde el tepetate donde descansó Quetzalcóatl en su ida a Tlillan Tlapallan es el corazón de Cópil, hijo de Malnalxochitl, hermana de Huitzilopochtli y numen selénico. Cópil ha sido relacionado con hechos históricos que podrían haber tenido lugar a la llegada de los mexicas en la región del lago. Sin embargo, es probable que el personaje, aun cuando podría haber existido, tenía una función en la configuración mitológica de México-Tenochtitlan.
En la versión de la Crónica Mexicayotl, Huitzilopochtli no sacrifica a su hermana, como en otras variantes, sino que la deja dormida en lo que será después Malinalco. Sacrifica al hijo de ésta: Cópil.
Niman ocacique in Copil in oncan Tepetzinco, auh iniquac in omic ca niman quiquechcoton, niman ye queltequi in oqueltec conanilli in iyollo, auh icpac quitlalli in Tepetzintli in itzonteco in axcan ye itocayocan Acopilco, auh itzonteco in Copil oncan mic.26
“Luego le llegaron a Copil, allá en Tepetzinco. Y cuando murió, luego le corta la cabeza (Huitzilopochtli) le abre el pecho y cuando le hubo cortado el pecho tomó su corazón. Y sobre el Tepetzintli (cerrito) colocó su cabeza. Hoy este lugar se llama Acopilco, y (es) la cabeza de Cópil, allá murió.
En cuanto al corazón del hijo de la luna, una vez arrojado por Cuauhtlequetzqui en las aguas, entre cañas y carrizos, de él brotará el tunal, axis mundi del espacio-tiempo mexica.
-Toltecas y mexicas
Las fuentes mexicas verbales y pictóricas establecen una doble vertiente en cuanto al origen de México-Tenochtitlan. Por un lado, reivindican su pasado trashumante chichimeca con todos sus predicados culturales, y por otro buscan arraigarse en un espacio que no les pertenecía mediante una construcción mitológica de hechos y acontecimientos.
La salida (¿huida?) de Quetzalcóatl parece justificar la llegada de los mexicas, el eslabón “mito-lógico” siendo el tepetate-icpalli rojo y negro donde descansó el rey-dios de Tula, rumbo a Tlillan Tlapalan.
Se fue Quetzalcoatl dejando su icpalli vacío, pero permanecía Tláloc, señor de la lluvia, del agua y de los montes. En este contexto lacustre, es en torno a Tláloc que se va a articular el mundo mexica. Es un Tlaloc tolteca el que va a darle la bienvenida a Huitzilopochtli, “su hijo” (Códice Aubin, fol. 25r), formando asimismo una dualidad religiosa que reúne el agua y el fuego, la tierra y el aire, pero vincula también estrechamente a los nómadas mexicas recién llegados con los sedentarios toltecas dueños del lugar.
El “eslabón” o “bisagra” que vincula estos dos mundos es el tenochtli, el tunal donde un día se posará el águila solar.
No podemos extendernos aquí sobre el tema, digamos para concluir este rubro, que, cuando llegan los españoles en 1519 Motecuhzoma expresa claramente que su icpalli de tlahtoani de México-Tenochtitlan, es de hecho el icpalli que dejó un día vacante Quetzalcóatl, quien parecía regresar para reclamarlo.
5. La fundación de México-Tenochtitlan
Las distintas variantes que refieren la gesta mexica, de Aztlan a México-Tenochtitlan, difieren en cuanto a la fecha que se puede considerar como fundacional. Esta diferencia de hecho no yace en el texto mítico-histórico mismo sino en la interpretación o las interpretaciones que los cronistas indígenas, mestizos y españoles hacen de dicho texto así como de la correlación que se establece entre la fecha indígena y una fecha calendárica cristiana.
Se considera, generalmente, el año 2-Calli 2-Casa como año fundacional de México-Tenochtitlan. Se relaciona asimismo la fecha indígena con el año cristiano 1325 en distintas fuentes.27 Ahora bien, nos parece que la fecha 2-Casa, si bien es parte constitutiva del proceso formativo del mundo mexica, no puede ser considerada como fundacional, por razones que aduciremos en su momento.
La llegada al tular, la aparición del tunal y el hecho que se pose posteriormente el águila sobre él, son acontecimientos que se debe de distinguir mitológicamente dentro del proceso formativo. La fecha 2-Casa (1325) señala la llegada al tular de los mexicas y no la fundación de la ciudad:
Auh ye omitto Ome Calli xihuitl, 1325 años, ye yuh nepa yetzonxihuitl ipan chiquacenpohualli xihuitl, ipan macuilxihuitl motlacatillitzino intotemaquixticatzin Jesu-Christo, iniquac ocallaquico, inic acico, inic motlallico in Toltzallan, in Acatzallan in atlihtic in Tenochtitlan in huehuetque Mexica Azteca Chichimeca.28
“Y (como) ya se dijo por ahí, en el año 2-casa, 1325 años, hacía ya mil trescientos y veinticinco años que había nacido muestro Salvador Jesu-Cristo, cuando vinieron a entrar, cuando llegaron, cuando se vinieron a instalar entre carrizos, entre cañas, en medio del agua, cerca del tunal los ancianos mexicas aztecas chichimecas”.
Este texto de la Crónica Mexicayotl el cual refiere supuestamente la “fundación de México”, expresa, de hecho, la llegada al tular y la aparición del tunal (tenochtli) en este contexto lacustre. Según nos parece, faltan tres trecenas de años para que se pose el águila sobre el nopal, que se consagre el templo (1364) y 52 años para que se entronice Acamapichtli.
La aparición del tunal en 2-Calli (1325), aún sin el águila posada encima, constituye un portento en el contexto de la Peregrinación. Sin embargo, consideramos que el acontecimiento y la fecha no pueden constituir hechos fundacionales a menos que se considere que dicha fundación se hubiese realizado bajo auspicios telúricos, selénicos y ácueos.
Un acontecimiento ocurrido el día 13 de abril de 1325, fecha en que apareció el águila sobre el nopal según algunos autores, parece corroborar el carácter fundacional del portento y de la fecha. Se trata de un eclipse total de sol que hubiera ocurrido este día a la 10h54 de la mañana y hubiera durado 4 minutos y 5 segundos, según lo aseveró el astrónomo Jesús Galindo.29 El arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma dice al respecto:
Hacer coincidir los comienzos de Tenochtitlan con un fenómeno que representa un combate entre el sol (Huitzilopochtli) y la luna (Coyolxauhqui) implica una legitimación de gran importancia para el pueblo mexica.30
La importancia del acontecimiento natural no deja lugar a duda. Sin embargo, en un eclipse de sol (tonatiuh cualo), la luna “se come” al sol por lo que dicho acontecimiento podría haber sido considerado como nefasto si se tratara del advenimiento cratafónico del astro rey, como dios tutelar de los mexicas.
En cambio, si consideramos que la fecha en cuestión (2-Calli), constituye una etapa situada todavía bajo la égida de la luna y de Tlaloc, dicho eclipse cobra un valor de signo profético en el contexto mitológico al que se integra. Esta fecha, consagrada por el hecho natural, corresponde a una aparición cratofánica selénica (lunar) que será dominada en su momento y subsecuentemente integrada a una dualidad religiosa con carácter vital.
1 El amnios es la bolsa que contiene el embrión durante la gestación.
2 Mayéutica: referente al parto.
3 Definición que da el psicólogo-biólogo Jean Piaget de la cognición humana. Cf. Piaget, 1992, p. 127.
4 Candau, p. 63.
5 Ong, p. 72.
6 Ibid.
7 Torquemada I, p. 208.
8 “Anales de Cuauhtitlan” en Lehmann, Kutscher, (1974), pp. 111-112.
9 Cf. bibliografía.
10 Cristóbal del Castillo, en Vabre p. 192.
11 Crónica Mexicayotl, p. 25.
12 Hombres ilustres mexicanos. “Vida de Tenoch”.
13 México a través de los siglos, Tomo II, p. 168.
14 Ibid., pp. 170-171.
15 Entre los factores endógenos que justifican una determinada estructuración simbológica y narrativa figuran las distintas pulsiones que anidan a la psique humana.
16 La serpiente no aparece en todas las variantes del mito.
17 Dogma significa “opinión” en griego.
18 Cf, Piaget, p. 127.
19 “Leyenda de los soles” en Lehmann, Kutscher, pp. 375-376.
20 Ibid., p. 376.
21 Ibid, pp. 378-379.
22 Ibid., p. 381.
23 Clavijero, p. 94.
24 Crónica Mexicayotl, p. 43.
25 Códice Florentino, Libro III, p. 34.
26 Crónica Mexicayotl, p. 43.
27 Crónica Mexicayotl, p. 69.
28 Ibid.
29 Cf. Matos Moctezuma, p. 41.
30 Idem.